lunes, 17 de mayo de 2010

Esto lo vamos a arreglar entre todos y punto...

Tanto el pesimismo desmedido como el exceso de euforia hacen que se pierda por completo la perspectiva real de las cosas.


Si en tiempos de vacas gordas se decía que todo iba muy bien y no era verdad, es ahora en tiempos de vacas flacas cuando se dice que todo va mal, y tampoco son rigurosas esas afirmaciones.

Los comerciantes saben por experiencia propia que cuando hay un evento positivo en la sociedad, aumentan las ventas y las cajas son mayores. Si el equipo de futbol gana el domingo, el lunes se consume más en la cafetería y hay hasta más propinas, si hay fiestas en el pueblo, si llega la primavera, si hay música, si hay alguna noticia buena hasta sube la bolsa, por el ánimo festivo y positivo de la gente.

Cuando vienen aires positivos la economía remonta, se activa el consumo y los consumidores gastan mucho más, las empresas pueden vender, los bancos dan crédito y hasta se crea empleo, es una cadena que cada vez es más larga y ancha. Cuando los vientos no son favorables cambia el sentido y ya no solo se frena y se rompe la cadena sino que además hay una sensación de psicosis colectiva negativa que hace que todo se vea negro, como anteriormente a la crisis todo era blanco y existía una burbuja.

Muchas veces es mucho más importante el factor psicológico para agudizar una tendencia en cualquier sentido que la propia realidad.

En tiempos de bonanza cuando tienes problemas económicos lo que suele ocurrir es que se deja de ahorrar y cuando ya son acuciantes además se deja de consumir. Pues ese fenómeno en el caso español ha sido muy curioso ya que pese a la falta de crédito y el endeudamiento de las familias, la tasa de ahorro en la actualidad y con la crisis se ha elevado por encima del 18,7€ a niveles del 2000.

Debido a la situación económica mucha gente reduce el consumo pese a tener garantizado sus ingresos y no temer por el fantasma de quedarse sin empleo, como por ejemplo los funcionarios, pero aun así reducen su consumo. Es una reacción personal racional de autoprotección, pero ese comportamiento repetido por cada familia genera desconfianza y eso hace incrementar el pesimismo de todo un país. El gasto familiar en nuestro país supone el 57% del P.I.B.

Los consumidores pueden ir controlando el gasto en la medida de sus posibilidades y de la liquidez de cada momento. Son los empresarios que cuando tienen que realizar una inversión no pueden esperar a ver si se puede o no se puede, si no se hace la inversión o se toma la decisión se pierde la oportunidad de negocio y no está el mercado para ir perdiendo negocios en tiempos de crisis, que hacen que los competidores nos ganen y puede incluso que hasta se vea comprometida la supervivencia de nuestro negocio y el pesimismo se adueñe de las decisiones.

En la actualidad ya hay indicadores fiables de que la cosa ha cambiado de tendencia. No nos referimos a los tan manidos “Brotes Verdes”, y con eso no se trata de lanzar las campanas al vuelo, pero sí de que algo se mueve y ya no solo los índices de confianza empresarial han dejado de caer, sino incluso ya los indicadores de producción industrial marcan señales positivas. Pero eso tiene que tener un refrendo en la tasa de paro, ya que hasta que esto no ocurra, no se va a percibir por los ciudadanos que ha cambiado el ciclo y por eso la gente sigue viendo la botella medio vacía.

Así que a modo de conclusión debemos de ser positivos y trasmitir optimismo a nuestro alrededor, para que se contagie y se contrarresten los efectos negativos, porque nos les quepa la menor duda, que en economía todo son ciclos y unas veces se está en la parte de abajo de la noria y otras en la de arriba, solo depende de ser previsores y saber esperar el tiempo necesario para lograr alcanzar nuestro objetivo.

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